sábado, 13 de julio de 2013

La sabiduría del anciano. Oliver Sacks en el New York Times


Mi padre, que vivió hasta los 94 años, a menudo decía que sus 80 habían sido una de las décadas más agradables de su vida.  El sintió, como yo comienzo a sentir ahora, no una disminución, sino una ampliación de la vida mental y  de la perspectiva. Uno ha tenido una larga experiencia de la vida, no sólo de su propia vida, sino de la de los otros también. Uno ha visto triunfos y tragedias, los auges y caídas, las revoluciones y las guerras, grandes logros y  también ambigüedades profundas. Uno ha visto la aparición de grandes teorías, para posteriormente ser derribadas por los hechos obstinados. Uno es más consciente de la transitoriedad y, tal vez, de la belleza. A los 80, se puede hacer una visión con perspectiva, tener un sentido de la historia vivida, cosa que no es posible en una edad más temprana. Puedo imaginar, sentir en mis huesos, lo que es un siglo, cosa que yo no podía hacer cuando tenía 40 o 60. No pienso en la vejez como un tiempo más duro que de alguna manera hay que aguantar y hacerlo mejor; sino mas bien como un tiempo de ocio y libertad, liberado de las urgencias ficticias de años anteriores, con libertad para explorar todo lo que yo quiero, y para unir los pensamientos y los sentimientos de toda una vida juntos.

Estimulante la reflexión y el planteamiento de vida del neurólogo Oliver Sacks, quien acaba de cumplir 80 años.

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