sábado, 2 de febrero de 2013

Integracion de quimica y electricidad


Recientemente leía un artículo de Pieter Rossouw sobre: ¿el final del modelo médico?. Hallazgos recientes en la neurociencia en relación a la medicación antidepresiva y las implicaciones para la neuropsicoterapia.

El análisis que se realiza en el artículo, minimiza los efectos positivos de los antidepresivos en el tratamiento de la depresión, asunto que si bien apretando los datos derivados de los meta análisis que incluye el trabajo, puede resultar cierto, no lo es cuando uno tiene la experiencia clínica de depresiones mayores graves, con sintomatología melancólica y síntomas psicóticos asociados, en el que la única forma de poder realizar un abordaje terapéutico es, con la utilización adecuada de los diversos medicamentos eficaces en trastornos tan graves como el que describo.

Pero en el artículo que menciono, el autor plantea que el modelo médico, que apoya las investigaciones y los tratamientos psicofarmacológicos, está sustentado en una visión del funcionamiento cerebral centrada en los neurotransmisores: un cerebro sustentado en la clínica. Por otro lado plantea el autor, que otra forma de ver el funcionamiento del cerebro: un modelo basado en la transmisión eléctrica de los impulsos entre neuronas, en las redes neurales que sustentan la transmisión de información. Hoy sabemos de la posibilidad de modificar esta arquitectura funcional de la conexión entre neuronas, a través de intervenciones psicoterapéuticas. Sabemos que esto es cierto porque hay suficiente investigación científica que lo apoya y el autor fundamenta sus argumentos en alguno de estos soportes bibliográficos.

Lo que se plantea en el artículo de forma resumida, es que los psicofármacos pueden modificar el funcionamiento químico del cerebro, pero no facilitan el establecimiento de nuevas conexiones más adaptativas de las redes neurales, mientras que la psicoterapia sí que lo realiza. Por lo que, priorizar las intervenciones psicoterapéuticas, sustentadas en concepciones inspiradas en la neurobiología interpersonal para producir cambios duraderos en la salud mental de los individuos, es lo mas indicado.

Si bien este planteamiento es cierto, también lo es que hay enfermedades mentales muy graves en las que se deben utilizar psicofármacos. Curiosamente, lo que se echa en falta en el artículo, es que no mencione la posibilidad de integrar de manera simultánea y - o secuencial ambos tratamientos: psicofármacos y psicoterapia. Esta práctica clínica de combinación terapéutica, es una de las más habituales y para la que cada vez que tenemos también una mayor contrastación empírica de su pertinencia y eficacia. No se trata de elegir un tratamiento u otro, se trata de saber cuándo un tratamiento funciona en un momento determinado del trastorno mental y cuando es necesario utilizar otro tratamiento en otro momento. La secuencia de utilizar primero psicofármacos para aliviar la elevada presión de sufrimiento del paciente y a continuación utilizar tratamientos de psicoterapia, es una de las prácticas terapéuticas más frecuentes y resolutivas en la clínica cotidiana.

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